Quienes somos y para donde v(e)mos.
La vida no enseña sabiamente que no existen formulas para el éxito lo que deriva en que en ocasiones operamos bajo el amparo de la intuición, o nos recrudecemos en acciones ultra racionales entre otras locuras . En arquitectura el hacer (ni siquiera el hacer bien), es un acampo a la vez indefinido y múltiples aristas; transciende desde el arte al puro negocio. Sin embargo al igual que la vida no hay recetas. Para suerte(o desgracia) nuestra el que hacer se asocia a normas reglas del juego y una enorme carga de intuición.
Advierto lo irrelevante de la pregunta inicial, ya que después de escribir esto, todos cada uno por su lado avanzamos en la misma dirección, con el mismo objetivo que nos iguala en una odiosa pero humana condición: consumir para ser felices, competir para sobrevivir.
Preguntas como estas, que quiero para mi ciudad, que queremos como pueblo….son las que nos hacemos los arquitectos…¿o son más bien sacadas de algún texto olvidado y no afín a la disciplina?, Obviamente estas preguntas son la urgencia, pero siento honesto, la impresión que deja el hacer arquitectónico en Concepción es la de un trabajo que se ha hecho siempre con la misma actitud, al estilo provinciano. Lo que idealmente significaría muchas cosas interesante y de valor a mi modo de ver; como creer más en la gente y la tierra y actuar de acuerdo a la lógica local por sobre admirar el progreso del extrangero y las nuevas olas importadas. Una importación, se entiende como traer algo que no se cultiva en donde vives, heroico como es hacer lo mismo pero con menos, es decir ampliar la máxima miesiana a menos es menos, nunca más porque somos astutos y australes aceptamos con humor nuestras limitaciones; como diría Pezo ni más ni menos o Aravena con la irreductibilidad de la obra arquitectónica que se traza sobre el límite entre verbo y el sustantivo.
De hecho somos pocos y menos, ni presuntuosos ni demasiado humildes. Somos campo y ciudad, y hasta que no reparemos en ello caminamos con un zapato ajeno o hacia un camino sin memoria. Por ahora ejercer en Concepción, es soñar el sueño ajeno, andar con el zapato prestado, no tener una memoria histórica, política, patrimonial, y largo etc. increíblemente frágil e indolente, que no quiere hacerse cargo ni echar mano a la búsqueda de identidad.
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